domingo, 9 de marzo de 2014

Un nuevo comienzo


Querido… ¿Cómo se supone que debería comenzar esta nueva carta?
¿Cómo se supone que debo comenzar, si es otra historia la que planeo relatar? Romeo… La razón por la cual decidí que mi blog se llamaría Cartas a Romeo, fue porque en efecto, planeaba relatar mis historias como si las estuviese narrando a ese chico que hacía que mi corazón palpitara a 1000 por hora, por supuesto que su nombre no era Romeo…

Pero ahora… ahora que esa historia está demasiado sepultada en las profundidades de este baúl, en el cual estoy sentada mientras encuentro las palabras adecuadas para desbocar los sentimientos que inundan cada rincón de mi ser, no sé como debo comenzar.

Una cosa es cierta, aquella historia fue hermosa, tuvo su chispa, pero ahora la chispa se ha difuminado con el último aliento que dio el viento aquél verano, y creo que me gustaría dejarla estar como un recuerdo más que formó parte de mi vida.

Ahora, regresando a lo anterior… Creo que lo más complicado es empezar una historia nueva. Soy joven, y soy escritora desde que fui capaz de aprender a hacer garabatos extraños en las hojas de papel o incluso en las paredes de la vieja cocina de la abuela… Ah, que tiempos. Pero si algo es cierto, es que el comenzar una nueva historia, además de llenarme de un placer inimaginable e incluso hacer que las yemas de mis dedos palpiten de emoción, con cada tecla que tocan para comenzar a dar vida a una historia jamás contada… además de eso, siempre me ha costado algo de trabajo la forma en la que empezaré, pero si lo reflexiono, esto me pone incluso más nerviosa, ya que estoy escribiendo en un blog, en donde publico y no puedo regresar a corregir, sin que una persona ya haya leído lo que he escrito… así que está bien, lo trataré de hacer lo mejor que pueda y… aquí vamos.

Oh, esperen. Creo que he olvidado lo más importante. Permítanme presentarme, mi nombre es Ania, soy una de esas pocas y locas soñadoras que no pueden dejar de soñar despiertas y que con cada acontecimiento que sucede en sus vidas lo aprovechan para contar una historia que nunca antes ha sido escrita. Amo leer y escribir, así como amo el café y el té, disfruto de conversaciones intelectuales y profundas. Amo el cine de arte, me encanta tomar fotografías y aunque soy una pésima pintora, disfruto de ese arte… y por supuesto, soy una romántica sin remedio.

Y esta, querido lector, es otra historia jamás contada….

¿Las personas están predestinadas a estar juntas? Como si una parte de ellas supiera que por alguna razón su destino es estar con esa persona… Me pregunto…

¿Es posible, que por ridículo que se escuche, los sueños sean la realidad y “la realidad” sean un sueño? ¿O que ambos, tanto el sueño como “la realidad” sean reales?

Todo comenzó aquella mañana de principios de verano, lo recuerdo a la perfección porque aquella mañana había despertado recordando la mayor parte de un sueño que tuve, y el sueño en si era que yo bailaba toda la noche con un apuesto caballero, pero por una extraña razón no podía reconocer su rostro, quiero decir, lo podía ver perfectamente, e incluso se me hacía familiar, pero no podía recordar de donde lo conocía.

Finalmente, terminábamos de bailar y como el destello de un brillante flash de cámara, lo recordaba inmediatamente, y el recuerdo era deslumbrante.

Era Alex, mi compañero de clase en 4º año de preparatoria. Y sin decir palabra alguna lo seguía a un balcón inmenso; fuera la luz de la luna alumbraba todo con un claro y dorado destello, y ambos nos sentábamos en un banco ancho de mármol y podía sentir su atenta mirada mientras yo seguía contemplando el cielo…

En fin, puedo recordar que durante toda la velada él sujetaba mi cintura, y en ocasiones mis costillas para levantarme del suelo y hacerme girar o dar piruetas. En primer lugar, me gustaría aclarar que no tengo idea de donde salieron mis asombrosos dotes como bailarina de salón, porque hay una gran diferencia entre eso y el ballet que practico. Como sea, fue asombroso, pero al despertar, además de recordar todo con gran nitidez, un dolor persistente inundó mis costillas, debajo de ellas, y la cintura… como si en realidad hubiera bailado toda la noche con Alex y aún sintiera la presión de sus manos al cargarme…

Eso fue muy confuso, pero también lo era el hecho de que soñara con él, quiero decir, creo que ni siquiera se podía considerar que fuéramos amigos, a veces conversábamos, bueno, claro que todos los días  sin falta nos saludábamos, con un beso de mejilla, eso si que era lindo, quiero decir, no con cualquiera hacía eso… pero ¿Por qué? Y es que no sé por qué pero siempre tuve cierto sentimiento de cariño hacia él, como si no fuésemos simples conocidos.

 Recuerdo perfectamente que uno de los últimos días de clase, me dejó una nota en la que me decía que nunca me diera por vencida en mi sueño como cantante, que tenía una voz hermosa, que era una niña muy linda y demás, pero lo que se podría decir que me dejó algo sorprendida y apenada, fue que me puso un Te Quiero. Un te quiero a una chica con la que ciertas veces has hablado, a la que saludas todos los días sí, pero no deja de ser algo ajeno a tu vida personal ¿Cierto?

Me pregunto si a él le pasaría lo mismo que a mí, ese sentimiento de que ya lo conocía y ese cariño sin sentido. Cierta parte de mi en verdad lo duda, pero… aún así, es extraño...

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