miércoles, 4 de junio de 2014

First Contact


Querido Lector:

Todos sabemos que un nuevo comienzo no es fácil, y mucho menos si empiezas de cero, al menos yo te lo puedo asegurar.

2 meses, sólo faltan dos meses y mi vida dará un giró de 360 grados, o bueno, si no es que ya lo esta empezando a dar. 

Alemania... Mi sueño hecho realidad, la ciudad de la cual, sin conocerla físicamente me he estado enamorando poco a poco, por su cultura, por el arte, por los paisajes, por la historia, por la gente, por.... Romeo. 

Por supuesto, como no podía ser de otra forma, en toda historia hay una de amor, y en cada historia de amor hay un Romeo, y el mío, mi Romeo vive en un pequeño pueblo en Alemania, un pueblito que parece haber salido de un verdadero cuento de hadas, con bosques enormes, largos ríos de agua tranquila y paisajes de nieve que te dejan sin aliento.

Y mi Romeo, como no podía ser de otra forma, es un chico alto muy alto, de cabellos lacios y rubios como la miel, de ojos grises con destellos de azul como el color de los zafiros, de labios finos y delicados, y su sonrisa.... Oh dios, esa sonrisa que se queda grabada en mis párpados cada vez que cierro los ojos y hace que mi corazón lata a una velocidad casi imposible, de una forma desconocida, de una forma que nunca antes había sentido.

Y tengo miedo, me asustan estos sentimientos que inundan mi corazón, hacen que me sienta indefensa y a cada palabra que digo tengo miedo de haber dicho una tontería, algo mal que haga que se aleje de mi.... Y sé que tengo que ser yo misma, pero no puedo evitar sentirme de esta manera, y es que somos tan distintos, nuestras culturas tan diferentes. Yo, acostumbrada a besar en la mejilla  cada vez que saludo a alguien, yo, acostumbrada a bromear y a reír de todo, y él.... Tan tímido, tan reservado... ¿Cómo saber si está mínimamente interesado en mi? 

Y bueno... Querido Romeo, esta es nuestra historia...

viernes, 14 de marzo de 2014

The start of something new


Uno, mi corazón late a una velocidad inimaginable.
Dos, siento una diminuta y fría gota de sudor recorrer todo lo largo de mi espina dorsal, hasta detenerse en la cinturilla de mis viejos tejanos rotos y deslavados.
Tres, mis manos no paran de temblar y tratan de aferrarse casi con fiereza al único objeto que es capaz de entender los absurdos, casi infantiles pero profundos sentimientos de una adolescente de 16 años: Una antigua guitarra acústica.

Cuatro… 

Y es entonces, no en el momento en que pones los pies en el escenario, no en el momento en que cientos de pares de ojos te observan con atención, no en el momento en el que las luces se vuelven un tenue destello de amarillo, sino en el momento en que el cuarto tiempo del compás retumba en tu cabeza y el rasgueo del primer acorde inunda todos tus sentidos hasta vibrar en tus cuerdas vocales, es entonces que te das cuenta, que la vida te a cambiado… y ah cambiado para siempre.

show time…